HARTAZGO (un acto reflejo ante tanto despropósito)


JAG - Posted on 13 December 2008

EL HARTAZGO

 

Escribo esto desde el hartazgo… desde el hastío, desde el extremo cansancio.

Diariamente escucho los numerosos males de nuestro sistema educativo, que básicamente se reducen a que los niños de ahora no tienen nivel… no como antes, y además no tienen disciplina. Lo escucho en la sala de profesores, en la cafetería, en el patio, en las cenas de fin de trimestre, en las sesiones de evaluación, en las reuniones con los tutores, pero también en la panadería, en el Mercadona, en las reuniones de comunidad de vecinos… en la peluquería. También, por supuesto, en la radio, en la prensa y en la televisión. Lo dicen los profesores, los padres, los panaderos y peluqueros, los periodistas, los expertos contertulianos de las televisiones, los presentadores y locutores, los políticos...

Ante este panorama general no debería haberme cansado tanto leer los últimos artículos publicados en El País[1] en los que un par de profesores de esos a los que se les aplaudiría si estuvieran en un plató de televisión, dicen cosas muy sesudas sobre lo mal que van nuestros alumnos y culpan de todo ello a los pedagogos y a los maestros y profesores que les hacemos caso o al menos lo intentamos. Estos señores vienen a decir, entre otras cosas, que para ser buen profesor de cualquier disciplina, basta con saber mucho de la misma. Esto me trae recuerdos de mi Bachillerato cuando la catedrática de Matemáticas, con su cigarrillo en una mano y la tiza en la otra, llenaba pizarra tras pizarra con sus extensos conocimientos de la materia, demostrando su vasto dominio de la misma… mientras sus ignorantes alumnos/as nos dedicábamos a intentar seguir el ritmo, copiando signo tras signo y número tras número, con el afán de que alguna vez, cuando le dedicáramos el tiempo suficiente le encontraríamos sentido a todo aquello – porque alguno debería tener, nos decíamos unos a los otros -. Con trece años me enseñaron a resolver sistemas de ecuaciones por los tres métodos habituales, recuerdo que era de los pocos que era capaz de hacerlo y recuerdo también cómo no tenía sentido alguno para mí lo que estaba haciendo, simplemente era capaz de aplicar un protocolo, aprendiendo a sustituir los números de la ecuación problema por los que yo me había estudiado. Era como escribir mi nombre en griego, sin tener por supuesto, ni idea de griego.

Ahora doy clase en un centro de secundaria y cada vez estoy más convencido que son mejores profesores de Matemáticas, Lengua, Ciencias… los maestros, que los expertos licenciados y catedráticos. No porque sepan más de la materia, evidentemente, sino porque centran sus esfuerzos en lo que el alumno necesita y puede aprender y no en exhibir su conocimiento delante de la clase. Además se muestran más cercanos al alumno/a, son sus maestros (en general), no sus “profesores de”.

Leí hace unos meses los resultados de un estudio hecho por profesores franceses sobre el sistema educativo finlandés (el número uno en informes tipo PISA), al que todos alaban, y que empieza diciendo que hace tiempo las autoridades tuvieron que decidir si centraban el sistema y el aprendizaje en los alumnos o en los contenidos. Se decidieron por aquellos, los resultados años más tarde, están a la vista. Sin embargo, en este país, alabamos lo bien que van en Finlandia, pero todas las decisiones y opiniones, como la del aludido experto, van en el sentido contrario a las que tomaron allí: lo importante son los contenidos. Sólo sabiendo muchísimas Matemáticas, se puede transmitir el amor por aprenderlas, dice uno de los autores de los artículos citados. Mi padre me enseñó a multiplicar, sin saber más Matemáticas que esas, me ayudaba a hacer las tareas, aunque fuera haciéndome cosas elementales y me enseñó la importancia del conocimiento sin tener él casi ninguno.

Estoy harto… mucho sesudos que reclaman el nivel de antes porque alumnos de ahora no recuerdan si Dalí es un pintor o un escritor no superarían la mayoría de los exámenes a los que se someten ahora los niños de 12 años. ¿Saben ustedes cuál es la capital de Kiribati? De hecho ¿saben qué es Kiribati? ¿Y el pretérito imperfecto del subjuntivo del verbo temer? ¿Y el gerundio compuesto del verbo amar? ¿Sabrían calcular el mínimo común múltiplo de dos números sencillos, o decirme qué es una fracción impropia, la diferencia entre moluscos y artrópodos, qué es un fluido o qué dice la ley cinética de la materia? ¿Sabrían levantar el perfil, la planta o el alzado de una figura, aplicarle la escala o realizar su desarrollo plano? ¿Podrían garantizar que no se equivocarían al realizar una hoja llena de operaciones como 23467899 x 56789 ó 3678918965/ 334786? ¿Saben que un punto es la intersección de dos rectas, el centro de un aspa o el origen de una semirrecta? ¿Saben qué es un triángulo acutángulo y cómo construirlo con escuadra, cartabón y semicírculo? Todas estas cosas la realizan alumnos de 12 años o menos, y lo sé bien porque yo soy profesor de instituto, fui maestro de escuela y además tengo dos hijos de 12 y 8 años.

Me echo las manos a la cabeza cuando me dice la mayor (primero de ESO) que tiene un examen de Oceanía en el que tiene que poner en un mapa mudo las divisiones territoriales de las islas y sus capitales, le ponen 30 preguntas, las contesta bien todas menos una (cosas como Samoa, Pago-Pago, Adam’sTown, Nueva Caledonia, Islas Marshall, Majuro, Islas Fitji,…) y le ponen un 9. Aclaro que es un instituto público y mi hija ha estado toda su escolaridad en un colegio público, absolutamente normal, en un barrio cualquiera. Luego dirán que mi hija no tiene nivel porque no sabe situar Cáceres en un mapa de España, bien ¡déjenle que lo aprenda! Porque no se puede pretender que lo sepa sólo porque en 5º de primara en el momento del tema de la asignatura de Conocimiento del Medio, que le tocaba aprendérselo, le hicieron un examen que aprobó, y ahí se acabó el aprendizaje.

¿Sabrían colocar las capitales de provincia en una mapa mudo de España, tantos y tantos profesores que son expertos en su área, a no ser que hayan construido dicho conocimiento a través de su experiencia posterior a la escolaridad obligatoria (por ejemplo viajando)? Mi hija sabe más Valenciano, Inglés, Tecnología, Educación Plástica e Informática que yo con su edad, y sabe –o aparentemente sabe- del resto de áreas aquello que le obligan a estudiar; igual que hice yo. Además es más autónoma y tiene más habilidad para buscar información y desde luego lee mucho más. Sin olvidar de que también han de recibir en la escuela valores y desarrollar actitudes respecto educación ambiental, violencia de género, rechazo al racismo, la xenofobia y la homofobia, etc.

Cuando se habla de que cada vez hay menos nivel ¿de qué se habla? Si decimos que los alumnos de Bachillerato de hoy tienen faltas de ortografía (que las tienen) ¿qué queremos decir? ¿Qué no deberían haber llegado a Bachillerato? ¿O que la enseñanza de la ortografía no funciona y por tanto habrá que analizar porqué y cómo mejorarla? Porque esto suele traducirse en que los profesores le comienzan a quitar puntos por faltas en los exámenes o en los cuadernos. Ese es el método “revolucionario”, que se sigue en la escuela “pedagógica” actual, también por supuesto, acompañado de repetir tantas veces – en esto varía, 10 veces, 50, 100 – la falta cometida. Si se trata de que no lleguen a Bachillerato, en eso sí que era bueno el sistema anterior, porque desde luego llegaban muchos menos alumnos que ahora.

Yo empecé BUP con 14 compañeros de una clase de 40 en 8º de EGB, sé que al menos la mitad, no terminó el Instituto y de los que quedamos, sé con seguridad que 3 sí seguimos estudiando en la Universidad. También recuerdo cómo se quejaban los profesores de 1ºBUP cuando entramos y no paraban de recordamos que las generaciones de ahora (de entonces) cada vez sabíamos menos, y que tenían que rebajar los niveles año, tras año.

Mi padre, de 81 años, que apenas sabe leer y escribir, siempre me cuenta que fue a la escuela 7 meses, que ya andaba de pastor con 8 años y que lo poco que sabe de letras y números lo aprendió en la “mili”. No tiene ortografía, pero sabe de memoria muchos más fragmentos de cantares, adivinanzas, refranes, fábulas y dichos populares que yo, y posee un vasto conocimiento del mundo rural, aperos, métodos de labranza, tipos de cultivo, medidas de longitud y capacidad, y puede hacer cálculos con “perras chicas y gordas”… Desde su punto de vista yo, su hijo, con dos carreras universitarias tengo menos nivel que él (y tiene razón). Mi padre, desde luego, no sabe cuál es la capital de Kiribati.

Estudié Teoría de Conjuntos en EGB, con la edad de mi hija, me hicieron estudiar qué es una aplicación, tipos de aplicaciones (inyectivas, suprayectivas, biyectivas…) o definir los conjuntos de números según sus características y propiedades (que si anillo, que si semigrupo abeliano con elemento neutro, que si no se qué). El martes que viene, mi hija de 12 años, tiene un examen de Matemáticas y otro de Tecnología. Para el de Matemáticas le he dejado mi libro de Octavo de EGB – que aún guardo- porque muchos de los contenidos son los mismos que está dando ella en 1º de ESO (es decir yo lo estudié con 13 años, ella con 12). Sin embargo ella no tiene ni idea de qué es una aplicación biyectiva (afortunadamente) y por supuesto yo tampoco. Pero siempre podré decir que mi hija no tiene nivel porque no ha estudiado algo que yo sí estudié con su edad.

En uno de los citados artículos el autor pone como ejemplos casos muy concretos que automáticamente eleva al rango de datos representativos del sistema. Alguno como que un pedagogo advertía de los perjuicios que podría suponer corregir los errores en rojo. A partir de aquí la maquinaria se pone en marcha: una persona lo lee y lo comenta a su amigo, que tiene una cuñada , que lo comenta en la panadería donde una vecina lo escucha y se lo cuenta a su marido, que, a su vez se lo dice a su compañero de trabajo , que tiene una hija, que …, etc. Y de repente, en la esuela española los profesores ya no corregimos los errores de los alumnos y mucho menos en rojo, ¡ la que está liando la dichosa LOGSE! Todo ello aunque nadie de los que forman parte de la cadena tengan ninguna información realmente contrastada sobre el asunto o aún cuando los que nos dedicamos a esto seguimos viendo como todos los profesores corregimos a los alumnos y muy mayoritariamente en rojo.

En sentido contrario podíamos hacer los mismos con afirmaciones que hemos escuchado de profesores que hablan de separar chicos y chicas, o de lo que aprendíamos cuando el maestro nos daba en la mano con la regla porque no nos sabíamos la lección, o de compañeros que siguen el sistema de “copia 500 veces no hablaré en clase”, o de los que de vez en cuando, aún se les escapa algún cachete en la escuela. No creo que estos profesores sean representativos, ni tampoco los que cita esta persona en su artículo, lo que ya dudo es si ese es el tipo de escuela que propone, el modelo al que quiere volver.

 

Los mismo ciudadanos (padres, vecinos, periodistas, peluqueros, políticos) que hemos construido esta sociedad, que manejamos móviles de última generación, que enviamos a nuestros hijos al colegio y se quedan al comedor y a actividades extraescolares. Los mismos que les atiborramos hasta lo indecente de bienes materiales, que nos peleamos con el vecino porque su hijo ha empujado al mío, o porque en el colegio a mi hijo le tienen manía. Los que vivimos una escolarización de chicos y chicas separadas, los que hablábamos de usted a los padres o abuelos, los que aún recordamos casi con exactitud el número de juguetes de los que llegamos a disponer, recordamos el año en que en nuestras casas se compró la televisión (yo tenía 7 años, una televisión en blanco y negro, con dos canales) , los mismos que sabíamos que nuestras madres estarían en casa al llegar del colegio, y nos mandaban a hacer recados, los que no nos preocupábamos de nuestra forma de vestir con 12 años y heredábamos la ropa de nuestros hermanos mayores…Nosotros, somos los que hemos construido esta sociedad, la actual. No sé si es mejor o peor, quizá las dos cosas, pero desde luego lo que no es cuestionable es que es diferente.

Antes, algunos sábados iba con mi madre a “la plaza”, que no es otra cosa que ir al mercado central de la ciudad. Íbamos en autobús, con el capazo o cesta donde se ponían los productos, envueltos como mucho en papel de periódico. Mi madre compraba legumbres, fruta, verdura, y con frecuencia carne y pescado. Volvíamos en autobús. Jamás comí en mi casa hamburguesas, salchichas Frankfurt, pizza o arroz chino. Ahora vamos con nuestros hijos al Carrefour, vamos en coche, compramos todo en bandejas de plástico, incluyendo por supuesto todo tipo de comida rápida, de paso le compramos alguna bolsita de patatas, chocolate o algún caprichito. Volvemos en el coche. Luego comentando sobre la vida con mis amigos, y mientras los niños están con la “play” en la habitación, o viendo la televisión a su libre albedrío, o chateando con alguien que no conocen; hablamos de lo mal que están los niños de ahora, y que en la escuela deberían aprender más educación ambiental y hábitos de salud relacionados con la alimentación, y que son unos consumistas y ya no tienen cultura del esfuerzo.

"Antes si no nos sabíamos la lección nos daban con la regla en la mano, ¡había más respeto! Por cierto el lunes fui a quejarme al colegio porque a mi hijo le obligaron a comer la ensalada y a él no le gusta la lechuga, ya desde pequeño, y eso que se lo tengo dicho al encargado del comedor.… eso es la LOGSE, que ha sido un desastre… en fin ¿qué os apetece pizzas o chino?. Si pedís pizza, cuidado que no tenga aceitunas que a mi Juan no le gustan. ¡Juan! ¿Os habéis acabado las patatas fritas y la coca-cola?¿Queréis más? ¡Déjanos en paz - contesta Juan de 8 años, a grito pelado."

Luego en el instituto, el profesor de Biología se las tiene que ingeniar para enseñarles Educación Ambiental, Educación para la Salud y hábitos alimentarios, pero ¡ojo! sin que dejen de saber la diferencia entre células eucariotas y procariotas o la fisiología del acto reflejo. Después, como no saben diferenciar entre un chopo y un almendro, va su abuelo y les dice que estos niños de ahora no saben nada. Es que no tienen nivel, con eso de la LOGSE.

Y en el colmo de la hipocresía demandamos que el sistema educativo permanezca en esa época, y decimos que los chicos de ahora no saben nada, porque no saben quién es Dalí o tienen faltas de ortografía. Es simplemente exacerbante que personajes del calado del autor del artículo citado se atrevan a juzgar a los chicos de hoy desde su rasero y que encima, le eche la culpa a que hay mucha pedagogía en las aulas, cuando la casi única que realmente se aplica es la misma que se aplicaba en la Edad Media o en cualquier civilización antigua: yo sé, lo digo, tu no sabes, lo escuchas y lo repites, y por arte de magia; tú ya sabes.- fin del método.

Sobre la denostada LOGSE sólo tengo que decir que me hubiera gustado conocerla, porque jamás se ha plasmado realmente en el núcleo del sistema, sólo en aspectos organizativos y administrativos y poco más. Jamás ha variado el modelo de las aulas. Por ejemplo, cuando en la reforma educativa se hablaba de que la evaluación ha de ser continua y se harían informes donde se plasmarían las áreas en las que el alumno progresa adecuadamente o necesitaba mejorar no se referían a entregar el mismo boletín de notas que antes, pero poniendo PA o NM, es una más de las perversiones del sistema “traducido”, en la práctica, al modelo tradicional de escuela.

Los profesores o maestros que daban la clase con la LGE del 70, daban las mismas con la LODE de los 80 y siguen queriendo dar las mismas clases con la LOGSE de los 90. Pero ni los alumnos, ni el conocimiento, ni la sociedad, son los mismos. Los profesores actuales de más de 40 años, no hemos estudiado con la LOGSE y sin embargo somos incapaces de mejorar los resultados de nuestros alumnos, pero desde luego, no cuestionamos ni la ley educativa que nos hizo profesores a nosotros, ni la formación recibida para serlo. No sé si la LOGSE es técnicamente una buena ley o no, pero da igual, lo que parece importar es si se asocia a un partido político en concreto o no, pues desde ese momento da igual el resultado, los del partido opuesto jamás la aceptarán.

Los niños/as de ahora se mueven en un universo de información, les cuesta entender que tengan que aprenderse las capitales de Oceanía, cuando de ser necesario, las pueden averiguar en pocos minutos a través de Internet, o en enciclopedias, atlas (incluidos los multimedia), etc. Y cuando todos sabemos que en pocos días van a dejar de recordarlas. Yo doy Biología, y suelo hacerles una pregunta a mis alumnos ¿Por qué el cuerpo humano no tienen un órgano que pueda almacenar el excedente de oxígeno, con las ventajas que eso tendría, como por ejemplo cuando se almacena grasa como reserva, ante posibles carencias alimentarias del entorno? … pues porque vivimos rodeados de oxígeno. Si estamos inmersos en un mar de oxígeno, no tiene sentido tener un órgano que lo almacene, es una cuestión evolutiva. Sin embargo los niños de ahora siguen teniendo que almacenar ingentes cantidades de datos, a pesar de que viven inmersos en un mar de información. No se trata de que no tengan que memorizar nada, se trata de que se construyan su conocimiento integrando datos que se quedan grabados porque tienen sentido y son útiles en ese entramado de conceptos e ideas, que tiene cada alumno y que le hace realmente aprender. Porque además, paradoja tras paradoja, nos quejamos de que no tienen ortografía, que no saben quién es Cervantes… pero en las clases de Lengua no son esos los contenidos que importan, sino otros como los sintagmas nominales, las funciones del “que” o los tipos de oraciones subordinadas. Luego en una semana hablamos de Cervantes, les hacemos el examen y ¡se acabó! Juzgamos su conocimiento sobre temas que no son los predominantes en la escuela de ahora, simplemente porque son los que nosotros, los de generaciones anteriores, recordamos más.

Todavía no somos capaces de entender que si queremos que aprendan (si es eso lo que queremos) lo que desde luego no funciona – como nunca ha funcionado, o sólo lo ha hecho con unos pocos- es que sigamos con la escuela que nosotros tuvimos. Dentro de las aulas seguimos trabajando en blanco y negro y eso sí es un problema. Simplemente nuestros alumnos, nuestros hijos, no pueden adaptarse…demandan color y sobre todo que haya más canales y cierta capacidad de elegirlos ellos. Quizá les interese algunos aspectos de la cultura de los pobladores de Oceanía pero, desde luego, no les interesa cual es la capital de Kiribati… en fin, que estoy harto.

 

 

[1] Artículos a los que se hace referencia:

La estafa del enseñar a enseñar y Algunos males del sistema educativo.

Una escuela con perspectiva ecosocial

La escuela que proponemos

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